En Venezuela, a través de proyectos financiados por UNICEF y la Unión Europea, se implementó el Modelo de Vivienda Saludable en 16 municipios de los estados Táchira, Mérida y Zulia con la finalidad de generar cambios de comportamiento y hábitos en beneficio de la salud, la convivencia familiar y comunitaria y la protección del ambiente en las comunidades abordadas.
Mediante la formación de 195 promotores comunitarios y la puesta en marcha de un componente educativo, se trabajó en el fortalecimiento de hábitos de higiene en el hogar y la reducción de los riesgos existentes para la salud, abordando seis (06) temas principales: la vivienda y su entorno, la calidad del agua en la vivienda, las excretas y aguas grises, residuos y desechos sólidos en la vivienda, higiene en la vivienda y control de vectores y el ambiente familiar en la vivienda.
Personal de salud, docentes y miembros activos de la comunidad fueron los encargados de impulsar el modelo que ha beneficiado a 503 familias en los municipios Pedro María Ureña, Bolívar, Libertador, Lobatera, Sucre, Michelena, Córdoba, Andrés Bello, Jáuregui, Samuel Darío Maldonado, Fernández Feo, Panamericano y Ayacucho en Táchira, Alberto Adriani en Mérida y Colón en Zulia.
La transformación alcanzada en las comunidades es el resultado de una intervención multisectorial, que incluyó la entrega de elementos para el almacenamiento y filtrado del agua e insumos para la higiene personal. La estrategia, además contó con atención psicosocial a las familias.
LAS PERSONAS
El empoderamiento, compromiso y corresponsabilidad de los promotores comunitarios para el desarrollo de las actividades planificadas fue fundamental para generar cambios visibles en la vida de las personas con las que se trabajó, aunado a la receptividad de las familias al momento de la intervención, demostrando su disposición al cambio.
Las visitas domiciliarias de los promotores ayudaron a las familias a desarrollar la capacidad de identificar en su propio hogar las oportunidades para disfrutar de una vivienda saludable a pesar de las condiciones de vulnerabilidad de viviendas que carecen de distribución espacios, presentan hacinamiento y no cuentan con acceso al agua, electricidad o gas doméstico. Sin embargo, para ellos ha sido posible fomentar cambios permanentes en sus vidas, mejorando, por medio de sencillas actividades, sus espacios, la calidad del agua y la gestión de sus residuos y desechos, además de mejorar las relaciones familiares.
Marco Roa, promotor comunitario del CISP, manifiesta que “ha sido una experiencia maravillosa donde las familias presentan gran interés por aprender y al momento de ver los cambios en el entorno familiar permite ver el alcance de los proyectos. La implementación del Modelo de Vivienda Saludable, hace que cada persona involucrada sea más empática, solidaria, sensible y verdaderamente humana. Por lo cual, el trabajo humanitario es en esencia un engranaje entre mente, cuerpo, alma y corazón para atender a cada uno desde su vulnerabilidad, y recibir expresiones de gratitud fortalece el espíritu de quienes llevan adelante esta hermosa labor”.